Malpaso.
1ª edición: abril de 2015
148 páginas
Sinopsis:
Un caballero pide el tocho más pesado (literalmente) que aflija las estanterías, otro necesita adquirir cincuenta y dos metros de lomos más o menos vistosos y un tercero quiere leer la edición débil de cierta obra. Una dama sospecha que las novelas de Dickens fueron escritas por su hermana Charlene, otra busca libros de color verde y una tercera pregunta por relatos donde Robin Hood no robe a los ricos. Demencias como éstas (e incluso más dementes) ocurren a diario en las librerías, esos templos de la inteligencia. El lector hallará aquí una colección de anécdotas pintorescas o definitivamente estrambóticas que le alegrarán la tarde con unas cuantas carcajadas y tal vez socaven la poca fe que aún pudiese tener en la sensatez de la especia humana.
El grueso de las anécdotas aquí explicadas corresponden a la Edinburgh Bookshop, de Edimburgo, y a la Ripping Yarns, de Londres. Lo que queda, se divide en escenas sueltas de diferentes librerías del mundo y un pequeño apartado de librerías españolas. Y tal como indica la sinopsis, da igual en qué punto del planeta te encuentres, hay gente muy inculta (que eso todavía se puede perdonar aunque nos haga poner el grito en el cielo) y gente muy estúpida, imbécil, maleducada y con mucho morro. Ya no tenía fe en la especie humana y con este libro sigo sin tenerla.
Las situaciones que son debidas a la incultura de la gente son las más graciosas, almenos para mí, porque llegan a soltar verdaderos disparates. Algunos como "¿Tenéis libros de Jane Eyre?", la del señor que quiere el libro 1986 de Orwell y que insiste en que ése es el título porque nació ese año y lo recuerda muy bien o aquélla en la que empieza con "¿Sabéis si Ana Frank escribió una secuela?" que me estoy imaginando la cara del librero con los ojos como platos o el que quiere otra edición de un libro en concreto porque no le gustó el final.
Luego están los estúpidos que llaman o acuden a la librería a por recomendaciones y luego sueltan tan panchos que lo comprarán por Internet y los maleducados como la que deja que el niño encienda y apague la luz de la tienda porque está jugando a "día y noche" y no le dice nada (aunque tampoco entiendo cómo el de la librería no se impone más), la que deja que los niños se suban a las estanterías (hay muchas con padres que no saben educar a sus hijos y ésta concretamente me recuerda al otro día en la biblioteca que unos niños se "escondieron" en los estantes más bajos, les eché bronca y encima la niña al salir se dio en la cabeza con el estante de arriba, ¡toma por tonta!) o la que se pone como una energúmena porque el libro Amanecer de la saga Crepúsculo está agotado y lo quiere para ya porque se ha cogido el día libre para leerlo...
Por desgracia, abundan más situaciones de las segundas (en una escala de grises bastante amplia) que las primeras.
Algunas de las escenas van acompañadas de una ilustración sencilla de The Brothers McLeod o Greg, aprovechando que lo mencionan en los agradecimientos, que ayudan a imaginarse alguna de las peticiones más raras o situaciones singulares que se vivieron.
En general, es un libro entretenido aunque algunas de las anécdotas me hayan puesto de mala leche y con el que he soltado unas cuantas carcajadas. De momento no me han pasado cosas tan surrealistas en la biblioteca, pero visto el éxito, tendré que irlas apuntando por si cualquier día escribo un libro (ya casi podría haber escrito uno de cuando trabajaba de cajera...).
Me alegro mucho de que te haya gustado. Como vi que te hizo tanta gracia ese cómic con anécdotas de lectores, pensé que quizá habría alguno que contara experiencias de bibliotecarios. Este es parecido, y al fin y al cabo libreros y bibliotecarios se enfrentan a las mismas preguntas y peticiones... (La de Ana Frank es para caerse de espaldas). Si algún día lo encuentro en la biblioteca o de segunda mano le echaré un vistazo también.
ResponderEliminarLos libros que hablan de libros o de cosas relacionadas con los libros y la lectura suelen gustarme y si además son disparates, pues unas risas que nos pegamos.
EliminarEspero que lo encuentres y le puedas echar un ojo, yo estaré pendiente también por si lo veo :)
Vaya, debe estar bien. Supongo que despues de todo, cualquiera que pase mucho tiempo trabajando en lo mismo acumulará un montón de anecdotas y situaciones absurdas. Te sorprendería la cantidad de gente que, al enterarse que soy (o era) marinero, me dicen cosas como "Debe ser un poco aburrido ¿no? desde que el barco sale de un puerto hasta que llega al otro, sin hacer nada" ºxº cuando lo único que casi no tienes navegando, es tiempo libre (y el que tienes, lo empleas en dormir).
ResponderEliminarRespecto a lo de la chica que quería el libro de Amanecer, no se que me deja más perplejo; que alguien gaste uno de sus días libres en el trabajo para leer un libro de Crepúsculo, o que piense que puede leérselo en un solo día. imagino que su razonamiento será algo así como "Si la película la vi en dos horas, leer el libro me llevará mas o menos lo mismo"
La gente desde fuera no sabe de qué va la cosa. Seguro que también has oído un montón de veces (yo sí) que los que trabajan en bibliotecas se pasan todo el día delante del ordenador sin hacer nada y mandando callar. Ahora que trabajo de ello puedo afirmar que hay muuuucho trabajo interno que no se ve, además de toda la atención al usuario y las gestiones que hay que hacer con sus peticiones. ¿Que es un trabajo más relajado? Pues a lo mejor se puede decir que sí, aunque también hay momentos de presión y plazos de entrega. Y sí, mandar callar también forma parte de nuestro trabajo.
EliminarY respecto a lo del libro de Crepúsculo, no sé cuántas páginas tiene aunque sí sé que es bastante tocho. Cada uno tiene una velocidad de lectura diferente y a lo mejor si le dedica todo el día sí que podría acabárselo y más con ese afán y esa ansia que demuestra tener por él. A lo mejor sólo lee las partes donde sale Robert Pattinson...
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