Ediciones G.P.
1966
141 páginas
Última palabra: razón!
Sinopsis:
No aparece en el libro. Realizada a partir de su lectura. Una joven china, educada en las costumbres antiguas y milenarias, va a casarse con su prometido, un joven chino que ha estudiado en América y ha vuelto a su país para contraer matrimonio. La joven narra a alguien, a quien llama "hermana" esos hechos, desde la preparación de la boda en adelante, pero incluyendo también memorias de su infancia, y remarcará el choque cultural que se da entre ella y sus costumbres, tradiciones y creencias y las visiones modernas de su futuro marido.
Con este libro finalizamos el reto, completando el punto de libro ambientado en Oriente. Me ha costado encontrar una opción porque me había obcecado en que debía ser un libro ambientado en países árabes, pero Oriente abarca mucho más, así que me he ido un poco más lejos.
El libro que nos ocupa forma parte de un recopilatorio donde hay dos novelas más, pero ésas todavía no las hemos leído.
He tenido sentimientos encontrados con esta historia, pues entiendo la época en que está escrita y me parece interesante todo lo que cuenta sobre las costumbres chinas, pero, a la vez, desde mi perspectiva de la época actual, hacía ciertas cosas que me hacían enfadar y que no me entraban en la cabeza: toda esa sumisión de la mujer al hombre o de los hijos a los padres, con códigos de galantería, como los llama, y pensamientos y creencias o supersticiones que llegan a sonar ridículas.
Por otro lado, el marido me ha parecido un poco hipócrita en algún momento, quejándose de las costumbres ancestrales por un lado y alardeando de su pensamiento moderno, pero a la vez, perpetuando la sumisión de su mujer.
La protagonista me ha dado un poco de lástima, aunque puedo llegar a entender su relación con su marido y su manera de ver las cosas que, al fin y al cabo, es lo que le han enseñado durante toda su vida.
El libro es bonito y, como ya digo, interesante para aprender de otras culturas. Me ha recordado en algunos pasajes a Tres, Cinco y Seis de Xinran. Y aunque apenas hay diálogos y solo sabemos el punto de vista de la protagonista, la lectura es muy fluida.
Como creo que ya he comentado en alguna ocasión, Pearl S. Buck es una de las autoras favoritas de mi madre, y tuve la suerte de poder leer gran parte de su obra con trece o catorce años. Este libro creo que fue el primero que me dio a leer mi madre. ¿Por qué dices que el marido perpetúa la sumisión de la mujer? Hace tiempo que no lo leo, pero, por lo que recuerdo, la anima a desatarse los pies, la abraza y la consuela en los primeros días en que el dolor es terrible, y la felicita cuando ve que ya puede moverse rápidamente. También le dice que prefiere un rostro natural antes que maquillado, y que puede hablar alto y reírse delante de él, como "la extranjera" con la que se casa su hermano. Cierto que ella no supera la sumisión en la que ha sido educada (todo eso lo hace por obedecerle y gustarle, no por convencimiento), pero a mí me pareció que el marido me pareció bastante bueno con ella.
ResponderEliminarSí, en general es como dices, el marido busca el bienestar de ella.
EliminarPero, siendo muy quisquillosa, podríamos empezar con que, por muy modernas que sean sus ideas y viniendo de América, se casa con ella perpetuando la tradición del matrimonio concertado. Vale, te compro que sin eso no habría historia, aparte que no me refería a ello.
Los primeros días de estar casado con ella, ni la mira ni le habla apenas. Le dice el primer día que nunca le impondrá su voluntad porque la ve como a una igual, pero le pide que se quite las vendas de los pies (venga, vale, por salud), que no se maquille, que le comprará un piano para que aprenda a tocar la música occidental... No es tanto lo que dice, sino el cómo lo dice. Sobre los pies, le dice y cito textualmente, hablando de una señora extranjera que los ha visitado y sobre la que ella le pregunta si a él le parece guapa: "¡Naturalmente! Es una mujer sana, de buen sentido y anda sobre unos pies que no son deformes". Vaya pulla le suelta... Es, precisamente, lo que ella dice cuando él le ayuda a quitarse las vendas y se lamenta de lo que ha sufrido inútilmente y ella piensa "Sí, los sacrificios hechos no habían servido para nada, ¡y ahora él me imponía otros!"
Es decir, con la excusa de cuidarla y velar por ella, le está imponiendo las costumbres occidentales que son en las que él cree o considera mejores. ¿No entra eso en conflicto con lo que le dice al inicio? La quiere cambiar por completo a lo que ella es.
Entiendo que es un tema delicado y la línea es muy fina, pero a mí me suena a hipocresía.