Editorial Alfaguara. Colección Negra.
Enero de 2016
158 páginas
Última palabra: arder.
Sinopsis:
Jean Garnier es un joven solitario que lo ha perdido todo: su trabajo, tras la muerte misteriosa de su jefe; su novia, en un extraño accidente, y Rosie, su madre y principal apoyo, que ha sido encarcelada. Para dar rienda suelta a su dolor, planea hacer explotar siete obuses, uno por día, en distintos puntos de la geografía francesa.
Después del primer estallido se entrega a la policía. Su única condición para evitar la catástrofe es la liberación de su madre. El comandante Verhoeven se encuentra ante un gran dilema: ¿es Jean un lunático con delirios de grandeza o una verdadera amenaza para todo el país?
Velocirepte 2018
Esta historia nace como folletín para Smartphone, es decir, que cada episodio no puede sobrepasar las tres páginas, que es el tiempo medio que la gente mira el móvil en un transbordo de metro. Y lo que empezó como un reto para el autor se ha convertido, ya fuera de las exigencias de la edición digital, en una novela corta de ritmo muy frenético.
Para la ocasión parece ser que ha retomado a su protagonista insigne, Camille Verhoeven, un policía sobre el que no tenía el placer de conocerle, pero que me ha llamado mucho la atención.
Valga decir, por eso, que en esta novela, imagino por cómo fue concebida, Verhoeven está muy de pasada y el verdadero protagonista es Jean. Jean le roba las escenas e inunda las páginas con su soberbia y su silencio. Verhoeven se limita a ser el enlace entre Jean y lo que está pasando.
Una pequeña degustación de cómo es Verhoeven de cara a acompañarlo en otras de sus novelas donde parece ser que se luce mucho más, pero eso no significa que ésta decepcione. Ya he dicho que tiene un ritmo frenético, no paran de suceder cosas y eres consciente de que el tiempo apremia para poder salvar miles de vidas inocentes.
Algo ligero que no os debéis perder.
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