03/02/2019
De guardia con Oscar de David Dosa
Maeva Ediciones
2010
284 páginas
Última palabra: UCI.
Sinopsis:
De guardia con Oscar es la historia real y conmovedora de un gato fuera de serie, de los pacientes a los que ha ayudado, de sus cuidadores y familiares y de un médico que fue capaz de escuchar.
Al principio todos creyeron que Oscar era un gato como todos los demás. Le gustaba estirarse al sol y a veces dejaba que lo rascaran detrás de las orejas, hasta que todo el mundo empezó a hablar de Oscar y su don especial: sabe instintivamente cuando una vida se aproxima a su final, es capaz de prever la muerte de un paciente incluso antes que los médicos, y se convierte así en un fiel compañero no sólo del enfermo sino también de sus familiares.
El doctor Dosa, no especialmente amante de los felinos y más bien escéptico con respecto a los dones extraordinarios, se hace eco de este caso tan sorprendente; nos cuenta muchas de las historias conmovedoras que le toca vivir en su quehacer cotidiano en la residencia geriátrica donde trabaja y nos las relata con gran espíritu humano y con una sensibilidad fuera de lo común.
Este libro ha sido un poco decepcionante porque más que la historia de Oscar es un tratado superfluo sobre la demencia y la geriatría.
El autor no deja de ser un doctor que trabaja en una residencia geriátrica y para ubicar la "historia" de Oscar relata y describe las situaciones vividas en la residencia y en el hospital, los casos, basados en reales, de sus pacientes y las dolencias de los mismos y el ambiente entre familiares, pacientes y trabajadores, es decir, barre para casa, y Oscar aparece de soslayo cuando es su momento y ya. No solo eso, sino que para "ahondar" en el supuesto poder de Oscar, se entrevista con familiares de antiguos pacientes para sacar en claro que sí, que Oscar estuvo presente en los momentos más duros y fue un gran apoyo, pero entrevista tras entrevista se repite lo mismo y no se saca nada nuevo.
Así pues, tenemos un gato que no sabemos por qué visita a la gente en sus últimos momentos y ofrece confort a los pacientes (la mayoría inconscientes) y a los familiares de los mismos. Y no sabemos más.
Sólo puedo añadir que, una vez más, tenemos mucho que aprender de los animales.
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