01/08/2021

Hilda la gallina de Jill Tomlinson

 

Editorial Miñon
1976
98 páginas
Última palabra: familia.

Sinopsis:
La tía de Hilda acaba de tener pollitos. ¿Cómo se las arreglará Hilda para ir a verlos? Toda decidida se monta en una especie de enorme furgón, que resulta ser el camión de la basura. Tampoco le dan buen resultado el coche de los bomberos, una apisonadora o la moto de la maestra del pueblo. Pero Hilda es muy constante y tenaz y, después de divertidos percances, conseguirá visitar a su tía y tener su propia familia.

Poco más que añadir, pues la sinopsis lo cuenta todo. Empieza ya con la acción, con el primer intento de Hilda para llegar al pueblo vecino a ver a su tía y es a través de sus peripecias que la conocemos, sabemos qué aspecto tiene y dónde y con quién vive. Después de varios intentos de encontrar un transporte y de ir haciendo amigos humanos (cosa que me ha sorprendido; imagino que en los pueblos pequeños y la época en que está escrito había algo más de empatía por los animales o que yo soy muy ilusa, pero no veo a día de hoy a casi nadie ayudando a una gallina perdida), llega a la granja donde vive su tía y conoce a su familia, lo que le hace desear tener la suya propia. A partir de aquí empieza como una segunda parte del libro, diferenciada de la primera, donde todos los esfuerzos de Hilda se centrarán en poner huevos y donde también se encontrará con algunas dificultades.
Es una historia divertida y entrañable, aunque en un momento dado casi me hace llorar. Tiene algo de fantasía ya que Hilda entiende a los humanos y "se comunica" con ellos, pero quitando eso es bastante realista. Ha sido entretenido de leer.
Las ilustraciones corren a cargo de Ana Bermejo y aunque son muy sencillas, son agradables y correctas. A veces, menos es más.

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