1ª edición: febrero 2016
197 páginas
Sinopsis:
El mundo de Mariana Enriquez no tiene por qué ser el nuestro, y, sin embargo, lo termina siendo. Bastan pocas frases para pisarlo, respirarlo y no olvidarlo gracias a una viveza emocional insólita. Con la cotidianidad hecha pesadilla, el lector se despierta abatido, perturbado por historias e imágenes que jamás conseguirá sacarse de la cabeza.
Las autodenominadas «mujeres ardientes», que protestan contra una forma extrema de violencia doméstica que se ha vuelto viral; una estudiante que se arranca las uñas y las pestañas, y otra que intenta ayudarla; los años de apagones dictados por el gobierno durante los cuales se intoxican tres amigas que lo serán hasta que la muerte las separe; el famoso asesino en serie llamado Petiso Orejudo, que sólo tenía nueve años; hikikomori, magia negra, los celos, el desamor, supersticiones rurales, edificios abandonados o encantados... En estos once cuentos el lector se ve obligado a olvidarse de sí mismo para seguir las peripecias e investigaciones de cuerpos que desaparecen o bien reaparecen en el momento menos esperado. Ya sea una trabajadora social, una policía o un guía turístico, los protagonistas luchan por apadrinar a seres socialmente invisibles, indagando así en el peso de la culpa, la compasión, la crueldad, las dificultades de la convivencia, y en un terror tan hondo como verosímil.
Mariana Enriquez es una de las narradoras más valientes y sorprendentes del siglo XXI, no sólo de la nueva literatura argentina a cargo de escritores nacidos durante la dictadura sino de la literatura de cualquier país o lengua.
Mariana Enriquez transforma géneros literarios en recursos narrativos, desde la novela negra hasta el realismo sucio, pasando por el terror, la crónica y el humor, y ahonda con dolor y belleza en las raíces, las llamas y las tinieblas de toda existencia.
Dios... menudo bodrio... No me ha gustado nada, ni la manera de escribir, que me parecía la misma en casi todos los cuentos, ni las historias, nada...
Elegí este libro para el punto de relatos porque había oído muy buenas críticas de la autora y aunque no iba con ningunas expectativas creadas, sí iba con disposición a que me gustara. Además, siendo relatos, era fácil seguir el hilo y podía espaciar su lectura según mi disponibilidad, por lo que todo eran ventajas, pero ha sido una auténtica decepción y un aburrimiento total.
Los relatos que forman parte de este libro son:
- El chico sucio
- La Hostería
- Los años intoxicados
- La casa de Adela
- Pablito clavó un clavito: una evocación del Petiso Orejudo
- Tela de araña
- Fin de curso
- Nada de carne sobre nosotras
- El patio del vecino
- Bajo el agua negra
- Verde rojo anaranjado
- Las cosas que perdimos en el fuego
Me niego a valorar de uno en uno porque no tengo nada bueno que decir y, como ya he mencionado, me han parecido todos iguales en cuanto a estructura y estilo. Quizá el de La casa de Adela lo pueda salvar y el de Bajo el agua negra por ese guiño a otro escritor que no voy a mencionar para no destripar, pero ya.
No me ha gustado nada que dejara todos los finales abiertos, no porque los deje abiertos en sí, si no porque me da la sensación que corta de golpe y acaba el relato ahí por las buenas. Ha sido un "coitus interruptus" constante...
Le reconozco el mérito a poder describir y transmitir las condiciones en las que viven en Argentina, realmente lo que daba más miedo de los relatos era las descripciones de los sitios donde sucedían las cosas (porque se supone que los relatos son de terror), pero eso no salva nada en mi opinión.
En casi todos los relatos, excepto uno, las protagonistas son mujeres y los hombres que salen de secundarios y casi todos están como cortados por el mismo patrón, incluso las relaciones que tienen, tóxicas todas. No sé si eso también será un reflejo de la sociedad a la que hace referencia, pero me ha dado bastante lástima...
No puedo recomendarlo y, obviamente, con todo lo que tengo por leer, no vuelvo a acercarme a esta autora.
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