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07/06/2015
Estación. Ida y vuelta de Rosa Chacel
RBA
1993
142 páginas
Sinopsis:
Un leve conflicto triangular y un viaje a París y su posterior regreso son los ingredientes que dan forma a esta opera prima de Rosa Chacel, en la que el protagonista se ve enfrentado al amor de dos mujeres que representan, en definitiva, dos maneras de vivir. Un estudiante innominado abandona sus estudios para casarse y buscarse un destino en un ministerio. Pronto su nuevo estado se le antojará una cárcel y la sensación se acentuará con la llegada de una pareja de vecinos mundanos y ruidosos cuya influencia obligará al protagonista a huir hacia París en un viaje de ida y vuelta. A su regreso, los lazos con un futuro inmutable aún se habrán estrechado más: su esposa está esperando un hijo.
Juego Libros Encadenados
Ensayo inútilmente disfrazado de novela; una verborrea insufrible. Influenciada por Ortega y Gasset, intenta crear personajes complejos que hagan al lector incorporarse en la interioridad de los mismos, haciendo, en este caso concreto, que el núcleo de la novela sea la mente del protagonista. Me parece muy bien que la autora fuera una revolucionaria en su época, pero espero que fuera a partir de otros libros y ensayos que escribiera. También he leído que la mujer murió convencida que su obra no fue entendida. Puede ser. Yo no la he entendido. Pero el problema, al menos el mío, es que su forma de narrar y divagar no engancha como para querer y desear entender lo que quiere explicar. Si buscáis una novela, con leer la sinopsis os basta. Si queréis saber sus pensamientos, podéis sumergiros en la lectura, eso sí, llevad dos botellas de oxígeno como mínimo.
Estación. Ida y vuelta no puede considerarse una novela, sino un ensayo con un tenue hilo argumental que se olvida, se abandona y se retoma sin avisar. El narrador es un hombre joven que se enamora de su vecina, con el tiempo se aburre de ella, se ve metido en un matrimonio decepcionante y un trabajo anodino, y escapa a París en una búsqueda existencial para volver con el rabo entre las piernas cuando un telegrama le comunica que su esposa ha dado a luz. Con esa excusa de trama, en la que los personajes principales ni siquiera tienen nombre propio, la autora reflexiona sobre algunos temas bastante trillados - el amor, el hombre en la sociedad, la fidelidad a uno mismo - pero, sobre todo, escribe por el placer de escribir, por el deleite del lenguaje. Se detiene en detalles concretos y en pensamientos abstractos, en observaciones triviales y en meditaciones profundas, en lo más prosaico y en lo más elevado. Hay fragmentos que me han sorprendido por lo incisivo; otros, por lo innecesario. Personalmente no me ha desagradado, salvo por el inexplicable deseo de quererlo hacer pasar por una novela. Presentado y estructurado como el ensayo que es habría resultado mucho más interesante y accesible.
ResponderEliminarPropuestas para el siguiente eslabón de la cadena:
Calle de la Estación, 120, de Léo Mallet (detectives).
Estación de tránsito, de Clifford D. Simak (ciencia ficción).
Donde el viento da la vuelta, de Jordi Serra i Fabra (juvenil).